Desde nuestra niñez empezamos a crear una relación con la comida a través de hábitos que adquirimos, creencias sobre lo que nos dicen qué es bueno y qué es malo, la relación con la comida de nuestros padres, el chantaje emocional para que el niño termine lo que tiene en el plato (“si te comes todo eres un buen niño”), etc.
La Razón