Sobre el papel, Japón cuenta con uno de los mejores y más avanzados sistemas de bajas por paternidad del mundo. Pese a ello, la práctica dicta que tan sólo uno de cada veinte de sus posibles beneficiarios disfruta de esos derechos, a menudo por temor a que sus carreras profesionales se resientan o al qué dirán en una de las sociedades más conservadoras de toda Asia.
La Vanguardia