El vídeo de Xabier Alconero hizo llorar a Eva. No porque fuera triste o melodramático, sino por todo lo contrario. Vio a su hijo Pedro (nombre ficticio) reflejado en él y se sintió conmovida, como muchos otros espectadores de esos diez minutos de testimonio, por la mirada directa y tranquila, la voz serena, la razón sin furia, aplastante y evidente, de Xabier Alconero.
El Diario