Hace tiempo que quedó atrás el modelo único de turismo vacacional en el que las familias españolas contrataban el alojamiento en un hotel, con opción de desayuno y media o pensión completa, para disfrutar de sus días de ocio durante el verano. Unas vacaciones que transcurrían, con jornada partida de mañana y tarde o entera (de sol a sol), donde los miembros del grupo, con sillas, sombrilla, nevera y juegos (palas de playa, balón, petanca, etcétera) en ristre, se introducían en la pesada arena de la playa con el objetivo de disfrutar de un día playero. Una jornada que finalizaba cuando se ocultaba el sol, momento en el que los miembros regresaban al hotel con la única intención de asearse, cenar y, como mucho, ir y venir por el paseo marítimo para aprovechar la brisa del mar.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El País