Hay que dejar claro desde un principio que no se ordenó el ingreso en el hospital porque hubiera una situación de urgencia o peligro que lo motivara. El bebé tenía las constantes perfectas, las mantuvo durante el trabajo de parto y presentó perfectas condiciones al nacer. El ingreso se ordenó no porque la situación lo requiriera, sino porque no se acepta que una mujer embarazada ejerza su derecho a la autonomía. Al margen de lo que diga la ley, la práctica no reconoce que el consentimiento informado es obligatorio, también en el caso de las embarazadas.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El País