Las niñas están sentadas en el suelo, junto a la pared. Una de ellas corre hacia la profesora, salta a una silla y de ahí se cuelga de una viga, como un monito. “¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez!”, gritan. La cría, radiante, se deja bajar, entre aplausos. Salvo una, que se acurruca en el rincón, todas las chiquitinas suben. Algunas como flechas, otras tímidas o no muy convencidas. Pero, en medio de la aclamación, bajan transfiguradas por su hazaña.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El País