Han pasado seis años desde que Amy Schumer (Nueva York, 1981) empezó a ser una habitual en nuestras pantallas y el mundo aún no ha decidido si debe adorarla o aborrecerla. Son muchos los que dicen que no es tan graciosa y que las pocas veces que lo consigue es porque roba los chistes a otros. Pero debajo de todas esas críticas, la verdadera razón que subyace es que Schumer aúna tres rasgos imperdonables en una mujer que se dedica al humor: es incómoda, escatológica y extremadamente sexual.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
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