Nunca imaginé que ser padre sería tan complicado. Una evidencia que, ahora que tengo un hijo adolescente, me hace incluso levantarme algún día con el deseo de que todo hubiera sido un sueño y de que me hallo justo en el momento en el que la aventura estuviera por empezar. No seré yo quien no reconozca todas las emociones y los sentimientos que ha generado en mí la paternidad, como tampoco negaré nunca esa especie de amor tan incondicional (y por tanto tan abrasivo a veces) que me provoca mi hijo, pero sí que me niego a convertir este proyecto en el eje sustancial de mi felicidad ni en la experiencia que ha dado sentido a mi existencia.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: Huffington Post