Cuando Isabel Cortijo comenzó a dar clase de lengua y literatura en un instituto de Cuenca, hablaba de las redes sociales como un canal de comunicación más. Un canal por el que navegan chavales, pero también profesores y que, en ocasiones, desdibuja los límites de la relación docente-alumno. «Ellos mismos se interesaban por saber si yo tenía redes sociales. Al principio les decía que sí, pero que no les iba a decir cuáles porque era parte de mi privacidad. No obstante, me dieron pie a pensar que podía utilizarlas en clase. Me cree un perfil en Instagram y empecé a subir cosas relacionadas con el instituto y a hacer proyectos con ella», explica.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario