Carmen entra airada en la consulta y enumera con precisión milimétrica decenas de episodios a lo largo de estos 15 años de matrimonio en los que su marido, Sergio, ha sido desconsiderado y egoísta. Días después es Sergio quien se sienta en la misma butaca para narrar su sufrimiento y frustración. No hay un atisbo de compasión, conviven a diario con la peor versión del otro. En su sesión conjunta, Carmen mira un punto de su pie con cara enfadada y Sergio observa un lugar indefinido del techo con aire ausente. No escuchan una palabra de lo que el otro dice, sólo se preparan para el ataque. Y éste surge siempre por un asunto en apariencia irrelevante. Entonces sí se miran a los ojos, amenazantes, llenos de amargura y reproche.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo