El otro día, por mi cumpleaños, el pequeño me hizo un dibujo: un unicornio estrábico, que trotaba en tacones por un arcoíris disparando purpurina. Muy loco todo. Y muy ‘drag queen’, dicho sea desde el respeto a la diversidad y a todos los colectivos potencialmente afectados, sean mil o dos mil. Considerando su edad y el dominio de la psicomotricidad fina que se le presupone, aquello era un artefacto de difícil digestión. No resistía el más mínimo análisis crítico pero, aun así, me faltó un pelo para irrumpir en la reunión matinal de este periódico. Mi propósito era que el director (sí, el mismísimo director) valorase publicar aquel prodigio en portada. A todo trapo. Cinco columnas como cinco soles. Como el ‘procés’, como la moción de censura, como Venezuela.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo