Cada mañana, tres pequeños bajan a la cocina de la escuela infantil La Jara, en el barrio madrileño de Usera. Allí preguntan a los cocineros cuál es el menú del día y, aula por aula, se lo comunican a sus compañeros, de 0 a 6 años, mientras cuentan y anotan en un folio cuantos niños han asistido a clase ese día. Después, vuelven a bajar a la cocina, para informar a los cocineros y que estos calculen la cantidad de comida que deben preparar esa jornada. Así, «aprenden lectoescritura de una manera muy funcional y muy práctica», explica la directora del centro, Elena Puch. Este es el primer ejemplo en el que las educadoras utilizan la comida como herramienta de aprendizaje. «Es un momento educativo más», señala.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario