La vida de la escritora y poeta Sylvia Plath estuvo marcada por la enfermedad mental. También su muerte, que llegó una mañana de 1963 cuando después de dejar a sus hijos el desayuno preparado metió la cabeza en el horno y se suicidó. El enorme dolor y sufrimiento que sintió Plath hasta llegar a ese punto casi se puede palpar cuando cae en tus manos esa catarsis que fue su obra. No hay vuelta atrás, ya no puedes ser ajena a su historia. Igual que cuando esa ventana indiscreta que es el cine te deja colarte en la vida de Marlo (Charlize Theron): es imposible no sentir en Tully el peso de la soledad de una mujer sobrepasada por las circunstancias, agotada.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El País