Cuando hablamos de amor y odio nos movemos en una línea sutil que separa cada emoción. Ambas son ambivalentes, el amor siempre lleva una pizca de odio y éste unos granitos del primero. Cuando amamos a alguien tiene en su mano darnos muchas alegrías, y al mismo tiempo, muchas frustraciones cuando no recibimos lo que deseamos. Este proceso tiene una base científica, ya que el amor y el odio comparten los mismos circuitos cerebrales, como se desprende de los estudios del profesor Simon Baron-Cohen, gran especialista en empatía y su emoción contraria, la crueldad.Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo