«La mayoría de los hijos se ven obligados a ser dos personas diferentes; una, cuando están con el padre y, otra, cuando están con la madre. Realizan un esfuerzo enorme por contentar a cada uno con lo que les tiene que decir, u ocultar, según las estrictas indicaciones del otro progenitor. En esta encrucijada sienten mucho temor. Miedo a poner en peligro sus demandas afectivas, a que le nieguen sus necesidades más básicas —como pueden ser un beso de buenas noches, que le lean un cuento….— y a que les caiga un castigo si no hacen lo que les ordenan para ir contra su otro progenitor».Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: ABC