Desde que tengo hijos, trabajar y criarlos ha requerido de una muy buena estrategia de organización, incluidos ajustes de horarios, sacrificios y dinero invertido en actividades extraescolares y ampliaciones de horario del colegio, o en personas para ayudar con la casa y con los niños. Casi estaba deseando que llegara el día en que mis tres hijos estuvieran por fin haciendo la ESO, porque creía que ese sería el momento en el que estos galimatías se acabarían, si no del todo, al menos sí de manera sustancial. Pero la realidad es que los horarios escolares y laborales en esta etapa siguen sin estar compensados y los niños aún dependen de los padres para ciertas cosas, como algunos desplazamientos más largos o sin posibilidad de transporte público.
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