Si no fuera porque quedó encinta, Cristina seguramente todavía estaría siendo violada regularmente por su padrastro; los abusos a Laura por parte de su hermano continuarían; nunca se habría conocido todo lo que su tío le hizo a Sofía (*). El embarazo es a menudo el hilo del que los investigadores empiezan a tirar para desentrañar un delito tan repugnante como complicado de descubrir: los abusos sexuales a menores.
En Guatemala, donde viven estas tres adolescentes, el año pasado se denunciaron más de 6.600, el 75% con niñas como víctimas, según datos del Ministerio Público.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
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