Me acusan de segregar a mi hija, de discriminarla, de robarle oportunidades, de aislarla. Me acusan de ser mala madre: una madre conformista, comodona, que no espera nada de ella, que la arrincona, que la condena. Incluso, otorgándome el beneficio de la duda, me acusan de ser una madre ignorante, infantilizada, sin criterio. Y todo porque mi hija con síndrome de Down acude a un colegio de Educación Especial.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Andreas-photography | Flickr