Son las 7:15 de la mañana de un día de noviembre. Mis hijos aún están durmiendo y yo ya estoy en un atasco. Creo que nunca me acostumbraré a vivir en Madrid. Todos los años desde que vivo aquí, y ya van 18, me gustaría dormirme a finales de septiembre y despertarme por Navidad. El resto del año va mejor, pero estos meses otoñales son lo peor. Te levantas de noche, conduces de noche, llegas de noche a trabajar, y si trabajas de mañana y tarde, sales al anochecer de la oficina.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
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