Uno quiere que el niño haga la comunión, y el otro, no. Uno prefiere educación privada, y el otro, pública. Uno quiere llevarse al crío a la boda de un primo, pero ese fin de semana no está contemplado en el régimen de visitas y el otro se niega. No se ponen de acuerdo sobre el corte de pelo, la ortodoncia…
Hay progenitores que, una vez divorciados, trasladan sus conflictos a los tribunales. Carecen de canales de comunicación. Sus expedientes crecen durante años, con escritos y denuncias cruzadas, aumentando la sobrecarga en los juzgados. La figura del coordinador de parentalidad, aún incipiente en España, puede marcar la diferencia en estos casos y, por orden del juez, ayudar a tender puentes entre los padres, siempre en interés del menor. Se han desarrollado con éxito proyectos piloto en Cataluña, Valencia y Madrid.
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