La jornada laboral acabó ayer a las 14.55 horas para miles de mujeres en Islandia. No era absentismo sino protesta. Las organizaciones feministas habían hecho un llamamiento a dejar caer el boli, a colgar el uniforme o a apagar el ordenador exactamente dos horas y cinco minutos antes del cierre, porque ateniéndose a las estadísticas de brecha salarial calculan que es entonces cuando las mujeres dejan de cobrar por hacer el mismo trabajo que los hombres.
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[fa type=»file-text»] Fuente: La Vanguardia
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