Conseguir que un niño se siente a hacer sus deberes en casa resulta en ocasiones un verdadero reto diario. Los padres lo intentan por las buenas, por las menos buenas y por las malas…, pero no hay manera, y una tarde que podría presentarse tranquila acaba con discusiones, enfados, gritos y castigos. Pero, ¿hay otras alternativas?
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