… Se llevan a Eva y Rodrigo rompe a llorar. El resto de padres sonríen felices porque van a tener niños preciosos mientras él duerme en un banco de la calle, a los pies de la habitación de su mujer y simplemente espera a que su hija fallezca. Rodrigo llora, pero en realidad no por Lola sino por Eva. La madre puede morir en cualquier momento, hay mucho riesgo. Rodrigo se aísla, no quiere hablar con familia ni amigos, la introspección es máxima ante el vacío infinito. El ensimismamiento es tal que las conversaciones normales comienzan a parecerle repugnantes e insoportables. Pocas cosas más descorazonadoras que el vulgar sonido del tráfico rodado cuando tu vida se rompe.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Joshua Smith | Flickr