Se inventaron hace siglos para enseñar a los más pequeños a andar, pero lo cierto es que los andadores, estructuras que permiten al niño sostenerse de pie y moverse mucho antes de que pueda hacerlo por sí mismo, han demostrado ser innecesarios e incluso perjudiciales. Un reciente estudio publicado en la revista Pediatrics señala que entre 1990 y 2014 más de 230.000 niños estadounidenses menores de 15 meses fueron tratados en las urgencias pediátricas por lesiones producidas como consecuencia del uso de andadores. Ante las cifras, los autores y la propia Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) han pedido la prohibición de estos dispositivos y sugieren que los padres se deshagan de los que puedan tener en sus casas, y opten por otro tipo de recursos o actividades para sus hijos.
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