En un estudio realizado en 1999 se preguntaba en 21 países europeos si creían que se apreciaba el trabajo de un profesor de 8º grado de Matemáticas. Al margen de la sinceridad, los datos presentaban a un profesional temido, capaz de provocar traumas incurables. En España, sólo un 20% consideraba que su trabajo es apreciado, lo que nos sitúa en los niveles más bajos. Suiza detenta la valoración más alta, rozando el 80%. Matemáticas siempre ha sido un hueso. Lo que es menos digerible es la valoración sobre el sistema educativo español que tienen los propios profesores: sólo un 19% dice estar satisfecho frente al 78% que piensa lo contrario. Ningún país dice estar contento del todo; los franceses apoyan su sistema en un 52%, los británicos en un 46% y los norteamericanos un 30%. Poco a poco se ha aceptado la doctrina de que «la calidad de un sistema educativo no puede ser mejor que la de su profesorado».
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