Cada mes, su ritual. Mediados de junio significa las notas de fin de curso de los niños en casa. Las buenas, las malas y las regulares. Las que llegan a nuestras expectativas, las que se quedan cortas. Con ellas, uno de los dilemas educativos: ¿se merecen nuestros hijos un regalo si son buenas? ¿Se lo damos si son regulares, pero se han esforzado? ¿Qué hacemos si son malas? La contestación a esta pregunta es de las que divide a los padres en bandos. Están los que consideran que no hay por qué hacer nada, que simplemente han cumplido con una de las pocas obligaciones infantiles y están los menos estrictos que creen que sí está bien que se vean recompensados con algo más que una sonrisa de orgullo de los padres.
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