Katya fue adoptada hace 15 años por una pareja española. Hoy es una adolescente normal e integrada que va a la universidad. Sin embargo, no siempre todo fue tan fácil. Sus padres recuerdan una anécdota de cuando Katya tenía cinco años y llevaba poco tiempo en España. Según cuenta su padre adoptivo, un día, y después de una discusión (una de tantas de aquellos días), Katya anunció, muy rabiosa, que se iba de casa. Antonio, el padre, se recuerda a sí mismo “muy seguro y tranquilo” respondiendo a su hija: “si haces eso, llamaré a la policía, te buscarán por toda la ciudad y, quieras o no quieras, volverán a traerte de vuelta a casa”. Katya, en lugar de lanzar a los cuatro vientos los gritos y palabras malsonantes por todos esperadas, puso todo su empeño en ocultar la sonrisa y la expresión de satisfacción que la contundente respuesta paterna la había causado.
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