A Joaquina, de 90 años, la vida se le puso patas arriba cuando el año pasado un problema de salud limitó la independencia de la que siempre había disfrutado. Tuvo que empezar a usar silla de ruedas e ingresó en una residencia para mayores, y su carácter reservado hizo que la adaptación fuera especialmente dura. O al menos lo fue hasta que llegaron Gabriela y Carlota, ambas de 27 años y voluntarias de la ONG Adopta un abuelo, para hacerla compañía y compartir tiempo, juegos y experiencias. Juntas, comentan las noticias del momento y hablan de la situación de la mujer. “Somos muy feministas las tres”, comenta Gabriela. “Y nuestras perspectivas no son tan diferentes como uno podría pensar; las cosas han cambiado pero no tanto”. Cerca de ella, Consuelo sonríe con una mezcla de felicidad y gratitud mientras habla con sus dos nietas, Lucía (de 19) y Sofía (de 20), que la rodean tocándola los brazos.
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