Desde hace tiempo se sabe que una adversidad percibida en los primeros momentos de la vida de una persona puede modificar el funcionamiento de algunos genes, y que el entorno puede regular por tanto la actividad genética. La disciplina científica que estudia estos procesos se conoce como epigenética.
Sin embargo, nunca se había comprobado si una experiencia agradable vivida en el seno materno podía tener un efecto comparable que podría constarse años después en la vida adulta de aquel bebé.
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[fa type=»file-text»] Fuente: La Razón
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Global Panorama | Flickr