“Llevaba quince años casada y dos hijos rozando ya la adolescencia. Nos llevábamos bien y, como todas las parejas, teníamos nuestros altibajos. A los años de casados había que sumar cinco de novios lo que a mis 45 años implicaba llevar desde los 25 con Antonio. En mi trabajo me ascendieron de un día para otro y empecé a dirigir un departamento con más de 70 empleados repartidos por toda Europa lo que significó empezar a hacer muchos viajes. Comencé a perder peso y a sentirme mucho más atractiva. Y con ese sensación de nueva “libertad” tan diferente a las rutinas de los años anteriores en los que como una autómata iba de casa al trabajo y viceversa, me empecé a dar cuenta de que seguía siendo atractiva. Tanto es así que un compañero de la oficina de Bruselas empezó a chatear conmigo en wasap y pasó de lo profesional a lo personal en cuestión de semana
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