Más de diez años de blog dan para mucho. También para hablar varias veces de besos.
Os he contado el momento en el que Jaime, con siete años y autismo, entregó espontáneamente su primer beso, mi niño de oro que entrega felizmente besos en la mejilla diciendo “puá” en cuanto se le piden. Os he hablado de cómo a mi hija no le gusta dar besos, como a muchos niños, y de la insistencia injustificada de muchos adultos por recibir esos besos infantiles, aunque sean obligados y a desgana y por tanto no valgan nada. Por eso también os hablé de que no deberíamos enseñar a los niños a aceptar las peticiones de besos y caricias de los adultos en contra de lo que sienten o les apetece.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: 20 minutos
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: EnJANEer | Flickr