Ayer, valiente de mí, fui al supermercado con mis tres hijos, no sé en qué momento se me pasó por la cabeza pensar que saldría viva de allí. Todo iba bien hasta que pegue el sprint por la zona de los dulces, pero el radar del más pequeño no pudo resistir la tentación de fichar una tableta de chocolate y decidió colarla en la cesta sin que me diera cuenta. Cuando llegamos a la caja, pregunté quién había puesto la tableta allí y una vocecita entono su mea culpa.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: myllissa | Flickr