Ana se enfrentó al infierno cuando solo tenía 12 años. Primero, en forma de insultos y empujones en clase. Después, a través de toda una campaña de acoso liderada por una de sus compañeras del colegio de Pamplona donde estudiaba. «Puta asquerosa. Eres una fácil. Eres una guarra», le gritaba una chica en la escuela. «Muérete, no quiero ni que respires el mismo aire», le decía, mientras instaba a otros alumnos a emular una cacería que duró casi cuatro años. En ese tiempo, los episodios humillantes se sucedieron: como cuando le sacaron de la mochila la ropa de educación física y empezaron a tirarla al aire mientras exclamaban: «¡Cuidado, que el virus se contagia!»; o como cuando impedían que otros chavales se le acercaran en el patio para que estuviera siempre sola. Un martirio de burlas constante que no acababa cuando dejaba atrás las aulas. Seguía en casa. A través de las redes sociales.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]