Cuando Paqui abre la puerta de su casa, le cambia la expresión del rostro. Saluda con inmensa alegría a José Luis, el voluntario que suele pasar con ella tres tardes a la semana. La acompaña, la escucha, se ríen juntos… Se siente muy unido a Paqui, sobre todo desde que la mujer, de 91 años, le hizo conocedor de su historia.
Era una niña de apenas 9 años cuando se desencadenó la guerra civil, en la que perdió a su única hermana durante un bombardeo en Madrid. Aprendió de su madre el oficio de costurera, con el que se mal ganó la vida en una España de penurias y pesares. Como jamás tuvo un contrato, la jubilación es, para ella, algo inexistente. Viuda, no quiere ser una carga para sus hijos; por eso vive sola aunque calla que en verdad sea en contra de su voluntad.
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