«¡¿Embarazada?! Pues el mejor regalo que puedo hacerte es el teléfono de mi asesora de lactancia». Y Elena, la embarazada, grabó el contacto en el móvil sin hacerse demasiadas preguntas. Meses después, ya con un bebé entre los brazos, una grieta en un pezón y en el otro un dolor indefinido y constante, tendría que recurrir al peculiar obsequio. Ya había pasado, sin éxito, por dos matronas, un pediatra y el médico de cabecera.
Sin entrar en detalles, este es el relato de miles de madres al enfrentarse a la lactancia real, la que está detrás del tan repetido “dar el pecho no tiene que doler”.
Leer más [fa type=»long-arrow-right»]
[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Benjamin Magaña | Flickr