Como aficionado al bricolaje casero, siempre he defendido que cualquier reparación o mejora menor de la casa la puede y la debe hacer uno mismo. No solo por lo que mi padre me enseñó, y le vi hacer, sino porque hoy en día con los vídeos de YouTube de Hazlo tú mismo es posible construir y reparar casi cualquier cosa. Salvando las distancias, esto es lo que me ha llevado a esta afición de divulgar y pretender enseñar de lo único que creo saber, que es que cualquier padre o madre pueda resolver los pequeños problemas de salud de sus hijos de forma autónoma. Digo esto porque hace no mucho reparé el desagüe del fregadero, añadiendo unas piezas de PVC y subsanando el molesto goteo de aguas sucias. Esta reparación no duró demasiado aunque, finalmente, a los pocos meses y viéndome incapaz de solventar el problema, llamé a un fontanero que acudió a dar una solución profesional. Y su primera frase fue: “¿Quién ha hecho esta chapuza?”. Debo reconocer que me sentí muy molesto por tal desautorización y, como San Pedro, negué tres veces ser el autor y acusé a otro manitas anónimo.
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