Hasta que fui al cole con 5 años, zanganeaba en casa con mi madre. Ella limpiaba el polvo a diario, más o menos como si viviésemos al lado de una cementera. También planchaba sin cesar: chándales, embozos, canesús. Todo le quedaba perfecto, pero de una perfección tan pluscuamperfecta que sólo puedo atribuirla a poderes marcianos, porque es de dominio público que si quitas arrugas por arriba, salen por abajo y viceversa, en un bucle infinito hacia la sinrazón y las benzodiacepinas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Mundo
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Chris_Parfitt | Flickr