Hasta Finlandia, con uno de los sistemas educativos más admirados del mundo, está cambiando la forma de enseñar a los alumnos para adaptarse a los nuevos tiempos. Ya no le sirve el modelo que le ha reportado tan buenos resultados en los informes PISA, el ranking en el que los gobiernos se fijan para conocer cómo va el aprendizaje de sus estudiantes de educación obligatoria. El país nórdico ahora apuesta por eliminar asignaturas, horarios y exámenes y los colegios están transformado las aulas en espacios de trabajo donde los niños adquieren los conocimientos haciendo proyectos conjuntos. En España, la comunidad educativa se encuentra en una encrucijada. El debate está entre los que se atreven a innovar, los que observan y se mantienen tal cual y los que apuestan por recuperar valores tradicionales que se habían perdido.
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