La noticia saltó a los medios hace pocos días: “Un juez impone la custodia compartida a un padre que no quería cuidar de su hijo con discapacidad”. La sentencia resulta absolutamente novedosa porque generalmente los padres se toman el ejercicio de la custodia como un derecho cuando en realidad es un deber: el deber de cuidar a los hijos, incluso cuando estos no se ajusten a sus expectativas de idealidad, es decir, niños sanos, sin problemas. Tener un hijo con una discapacidad o con una enfermedad es una lotería que nadie elige y cuando te toca, lo más probable es que todo tu mundo se venga abajo, que te quedes en shock, que lo niegues, que te preguntes por qué te ha tocado a ti. Pero lo que es impepinable es que debes hacerte cargo de él.
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