“No te comas otro caramelo, cariño. ¿Quieres que tus amigas te llamen Gordi?”. La niña tenía cuatro años. La madre se lo decía con suavidad pero con seriedad, segura de estar educando a su hija en los beneficios de una dieta saludable. Y con ello, sin saberlo, estaba abonando el terreno para, tal vez, una complicación mayor: un desorden alimenticio, un problema que se manifiesta cada día en edades más tempranas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Twentyfour Students | Flickr