Hizo falta una partida de golf para convencer a Masashi Tsuda de que algo no andaba bien en su memoria. Representante de ventas, Tsuda había pasado de los 50 años y no podía recordar el código de cuatro cifras de su taquilla en el vestuario. Unos meses antes había luchado por asimilar el nuevo sistema informático de la oficina. En otra ocasión, se había quedado en blanco justo antes de hacer una presentación en el trabajo.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El Diario