Dolor, preocupación, indignación, miedo y, paradójicamente, unidad, se trenzaron anoche en la parroquia de los santos Justo y Pastor del barrio bilbaíno de Otxarkoaga, en los funerales por los dos ancianos de 87 años asesinados el jueves en su domicilio. Es posiblemente la misma mezcla de sentimientos que estos días están viviendo muchos vecinos de Bilbao al enfrentarse al brote de violencia protagonizado por menores que, organizados en bandas, han crecido bajo la piel del Bilbao más brillante y posiblemente cohesionado de las últimas décadas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País