Ahora, empuja… venga, con fuerza, dale, que el niño no quiere salir
Así fue como hace ocho años, en 2009, un sábado 19 de diciembre, yo puse en peligro la salud de quienes más amaba en el mundo; por ignorante, por negligente y por obediente. Mansamente seguí instrucciones sin haberme informado de los riesgos de lo que estaba ocurriendo. Empujé con fuerza el vientre de mi pareja, Esther, la madre de Daniel, el bebé que estaba a punto de nacer, nuestro primero de varios y con quién aprendimos a mirar lo que no nos enseñaron a ver. Ni a ella ni a mí. Qué brutos éramos y qué listos nos creíamos.
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