El debate sobre la eficacia y la importancia de lo políticamente correcto es un tira y afloja cultural que lleva décadas en marcha. Hay algo divisorio en la idea de que se debería evitar un lenguaje que pueda ofender o alienar a determinados sectores históricamente marginados. Sin embargo, la forma en que los adultos se dirigen a los niños, probablemente uno de los grupos más marginados del mundo, no debería incluirse en ese debate. Moderar la forma de hablar a los niños no es ningún tipo de autocensura, sino que es aconsejable para la buena crianza de los pequeños. Y eso sí importa.
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[fa type=»file-text»] Fuente: Huffington Post