Con sus Majestades ya de vuelta a Oriente, los niños disfrutan de sus merecidos regalos por todo un año de buen comportamiento. Aunque Melchor, Gaspar y Baltasar, que para eso son magos, se acuerdan también de los deslices, puntuales, y por eso algunos también han recibido su saco de carbón correspondiente. Ya sea con o sin carbón, el día de Reyes es para comer roscón y jugar hasta quedar exhaustos. El problema es que, desde hace algunos años, algunos niños reciben tantos juguetes que han perdido la ilusión. Están tan acostumbrados a que les traigan todo lo que piden, que llegan a convertirse en pequeños tiranos y se frustran si no se les satisface en todos sus caprichos.
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