Estamos en Navidad, para bien y para mal. Rito de origen cristiano, impregnado de tal forma en nuestra cultura que hasta las familias no religiosas lo celebramos. Cada año por estas fechas, vuelvo a constatar con una inquietante frecuencia cómo a mi alrededor los niños van comentando lo bien que deben portarse porque son “espiados” por un sujeto (Papa Noel) o varios (Reyes Magos) que todo lo ven y todo lo pueden, ya que tienen en su mano algo muy preciado por nuestros niños: regalos. Incluso algunos amables dependientes de las tiendas de juguetes, bienintencionados amigos, suegros y vecinos les preguntan abiertamente si se han portado bien o mal, supongo que con el objeto de que los niños vayan ajustando sus expectativas sobre la cantidad de juguetes o de carbón que los mágicos personajes les traerán. ¿O no? ¿O lo preguntan para el que el niño haga balance sobre su adecuada o no adecuada conducta en el último año? Va a ser esto último…
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