La relación con la madre es de las más importantes que se establecen en la vida. De ahí que si esta es mala las consecuencias para el hijo y, muy especialmente para la hija, pueden generar muchos conflictos en la personalidad del adulto. La figura de la madre es sagrada en prácticamente todas las culturas y a lo largo de la historia. Sin embargo no siempre la madre es una buena madre. Y no ser una buena madre tiene poco que ver con lo que la mayoría imagina. Ser una buena madre implica generar una serie de sentimientos en los hijos que conduzcan a caminar seguros por la vida. Esto, que parece tan de serie, no siempre sucede y cuando una mujer no ejerce como madre tal y como la psicología de su hijo requiere, lo más probable es que este no solo no pueda reconocerlo de adulto sino que, es bastante lógico que no quiera hacerlo. Reconocer que una madre no ha sido una buena madre es duro y no siempre se puede llegar a dicha conclusión.
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