Discriminar a los jóvenes no es un problema. Al fin y al cabo, todo el mundo deja de ser joven alguna vez. Ese tipo de reacción, entre cínica y hostil, es la que a veces reciben aquellos jóvenes que dan un paso al frente y denuncian la situación de este colectivo.
La paradoja duele. Si se quejan, se les acusa de desagradecidos, cuando no de mimados. Y si no se quejan, se les acusa de pasotas.
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[fa type=»file-text»] Fuente: El País
[fa type=»camera”] Autor de la imagen: Porapak Apichodilok | Pexels