Inma cambió su trabajo como empleada de banca por ser madre adoptiva y de acogida. Hoy está atendiendo con un brazo al bebé de un mes que ha llegado a su casa hace dos semanas y con la otra acaricia a Pepe, el de tres años, que se ha dado un buen coscorrón. Pero ni ella ni su marido Vicente denotan ni un ápice de cansancio. Todo lo contrario. Cuenta divertida cómo cuando acude al centro de salud le preguntan, «a mis sesenta años, que si soy la madre. Y les respondo que sí, que soy su madre de acogida».
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[fa type=»file-text»] Fuente: ABC