La prisión de Leeuwarden, en la región holandesa de Frisia, abre un ala especial para que sus presos puedan interactuar, jugar o hacer las tareas con sus hijos, en persona y a través de internet, para involucrar a la familia en la reinserción de los reclusos y reducir el impacto de la separación en los niños. «Cuando se aleja a alguien de su trabajo, su familia y sus amigos, su vida se rompe con el paso de los años, y es más probable que vuelva a la vida delictiva.» «Si el recluso sigue en contacto con su familia, mejora su reinserción, y afecta menos al desarrollo de sus hijos», ha explicado Anna Nijstad, directora de la prisión.
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